La historia de Michoacán se ha estudiado a partir de los vestigios arqueológicos y otros recursos históricos, como la obra literaria Relación de Michoacán, escrita en 1542, y se sabe que los primeros pobladores del estado fueron varias tribus chichimecas que arribaron en diferentes años, y por consiguiente evolucionaron de manera diferente.
Las zonas arqueológicas que se han encontrado en el estado, y que han ayudado a esclarecer la historia del nacimiento y desarrollo de las etnias que dieron inicio y esencia a la configuración cultural de Michoacán, datan del período formativo o preclásico (1500 a. C. a 200 a. C.), del clásico (200 a. C. a 800) y postclásico (800 a 1000), y entre ellos destacan: El Opeño, el Curutarán, La Villita, Tepalcatepec, Apatzingán, Zinapécuaro, Coalcomán, San Felipe de los Alzati, Tzintzuntzan, Tingambato, Pátzcuaro, Zacapu, Uruapan y Tzitzio.
El territorio michoacano estuvo habitado por los purépechas que se desarrollaron como una cultura dominante e impusieron su hegemonía económica, religiosa, militar y cultural a las demás etnias que también habitaban la región, como los nahuas, otomíes, matlatzincas o pirindas y tecos. En la región, se hablaba además del idioma tarasco o purépecha, las lenguas coacomeca, xilotlazinca, colimote, pirinda, mazahua, sayulteco, náhuatl y teca.
En la actualidad los pobladores nativos de estas tierras se dan el mismo nombre que a su lengua: purhépecha, aunque también se les conoce como tarascos.
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